El Concordato de Worms fue un acuerdo político entre el emperador alemán Enrique V y el papa Calixto II, firmado en el año 1122, que supuso el final de la Querella de las investiduras.
Las diferencias entre el papa y el emperador Enrique V fueron limándose hasta que por mediación del obispo Lamberto de Ostia, el papa y el monarca alemán llegaron a un acuerdo siguiendo el modelo aplicado para Inglaterra en el concordato de 1107: fue el llamado Concordato de Worms de 23 de septiembre de 1122. Ratificado un año después por el Concilio de Letrán I.
Por este acuerdo, el emperador renunciaba a las investiduras por el
báculo y el anillo y aceptaba la libre elección de los obispos por el
capítulo de la catedral. De este modo correspondía al poder eclesiástico
la investidura clerical mediante la entrega del anillo y el báculo y la
consagración con las órdenes religiosas, mientras que al estamento
civil se le reservaba la investidura feudal con otorgamiento de los
derechos temporales de regalía y demás atributos seculares. Los así
investidos se debían al papa en lo religioso y al soberano laico en lo
civil.
No obstante, en el seno del Imperio se produjeron diferencias. En
Alemania, al emperador se le reconocía además la potestad de asistir a
la elección de los cargos eclesiásticos y de utilizar su voto de calidad
cuando no hubiese acuerdo entre los electores. Como las presiones que
se ejercían sobre los capítulos de las catedrales y abadías eran muy
fuertes en orden a la elección de un determinado candidato, lo que
dificultaba la obtención del quórum necesario, al final acabó siendo con
harta frecuencia el emperador quien impusiera su arbitraje. Una vez
elegido el candidato, se producía la investidura feudal antes de la
consagración. En Italia y Borgoña, las elecciones episcopales eran
completamente libres y al sexto mes de la consagración el obispo debía
ir a recibir la investidura feudal del emperador.
El emperador se comprometió también a restituir a la Iglesia de Roma
los bienes que le habían sido arrebatados en tiempos de la Querella y a
ayudar al Papa cuando fuera requerido para ello.
El Concordato de Worms permitió al papado asumir el liderazgo de la reforma en Europa, marcado en los concilios de Letrán I (1123), Letrán II (1139) y Letrán III (1179) y en la compilación de normas canónicas en el Decretum Gratiani.
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